martes, 28 de abril de 2009

De mañanas y pajaros - Tercera parte



Por costumbre, por gusto o solo por compartir.

El desayuno que elegimos para calentar el cuerpo fue compartir una mateada, ahi estaba la calabacita, yerba (nada de azucar) y el termo que venia lleno de agua como pa' pelar chanchos, nada importaba solo esperar unos minutos mateando antes que aclare.

- Che, quien es el diabético? Sentenció El Tio.

No hizo falta ningún comentario más para entender que los verdes los ibamos a tomar dulces.

Asi empezamos y en cinco minutos ya estabamos mano a mano con los mates y mi compañero dándome los ultimos consejos acerca de la estrategia de colocación de tramperitas que deberíamos adpotar.

Estabamos a 15 minutos del amanecer, era tiempo de comenzar la acción, más tarde repetiríamos una ronda nueva de mates.

El auto estaba acomodado debajo del interminable monte de Eucaliptus que sabiamos donde comenzaba pero recién en el horizonte tenía fin (alguna vez ibamos a ver hasta dónde llegaba); cruzando la ruta de tierra y teniendo a la vista "El Arbolito" se extendía el necesario alambrado con sus postes.

Estratégico, El Tio, me apuraba en las últimas indicaciones:

- Un corbatita

- Un cabecita

- Un jilguerito

- Dales por lo menos un poste de distancia a cada uno asi no se mezclan los llamados.

Lindos cebos teniamos, El Colo conoce del arte de la caza con jaulitas, eran todos llamadores; todos. Siguiendo sus indicaciones crucé la ruta y enfilé a la banquina, clavos y martillo en mano encaré cada poste, clavada y colgada, una vez que todo estuvo bien organizado, todavía era de noche, fui en busca del bidón de agua y del tarro con alpiste y mijo mezclado.

Seguía sin aclarar, todavía la camperita me era útil, pero más lo eran los pantalones largos de gimnasia que evitaban que los cardos me piquen las piernas.

- Dale apurate, dale que va a amancer. Desesperaba El Tio.

Así cumplí con el ritual, una a una a las tramperitas les levanté la trampa y las cargué con semillas y un poco de agua para hacer más tentador el lugar ante la atracción que producían los llamadores.

Cumplido mi rol, en el auto esperaba la segunda ronda de mates.

(continuará)

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