Que lindo está Abbott, que pueblo tan bello.
Se vino el último fin de semana largo del año, el que conmemora el recuerdo al Gral. San Martín (como el nombre de nuestra calle principal).
Y asi fue que el viernes cargamos el auto a la nena al nene y nos fuimos para el pueblo.
El viaje de noche fue tranquilo, una vez pasada la rotonda de Cañuelas ya se sentía el olor a campo, el aire fresco y un aroma tan particular a tierra a pasto y porqué no recordarlo (aunque cueste) a los criaderos de pollos que tanta baranda despliegan.
Después del peaje a unos minutos vimos el cartel de acceso al pueblo y ya estabamos en paz una vez más.
Estaban el tio colo y la tia coca (quien el domingo cumpliría años) y asi nomas descargamos todo en la penumbra y corrimos a saludarlos, estaban en la cama, pero esperando vernos, no importaba la hora ellos querían ver a la nena y al pequeño Luca.
Despues de una charla todos a dormir y al otro día disfrutar de este maravilloso lugar.
Ricas estuvieron las pastas del sabado al mediodía con esa salsa que mi mujer tan bien hace, despues una siesta y a esperar la noche.
Tremenda tormenta aterradora para el que no tiene techo se desató así que aprovechamos que la tía había comprado prepizas y en el horno terminaron de convertirse en cena.
Al otro día esperamos a los chicos, era la primera vez que venían y estabamos contentos esperandolos, preparé el fuego a las 11.30 y a las 14.00 ya estabamos meta chorizo, morcilla y asau'; todos en la mesa que dejó mi viejo, todos festejando los cumpleaños de coca y el colo (este por adelantado) y despues disfrutando de unos trucos y hasta un poco de play station, ja, si en pleno campo; la tecnologia solo necesita electricidad.
Luego llegó la hora de pegar la vuelta y respirar hondo para llevarme dentro ese aroma y echar una ultima mirada al monte, el galpón, la tapera, el camino de tierra así lo extraño menos.
Seguramente este fin de semana vuelvo, querido Abbott, como me gusta estar en vos.
Saludos.
Se vino el último fin de semana largo del año, el que conmemora el recuerdo al Gral. San Martín (como el nombre de nuestra calle principal).
Y asi fue que el viernes cargamos el auto a la nena al nene y nos fuimos para el pueblo.
El viaje de noche fue tranquilo, una vez pasada la rotonda de Cañuelas ya se sentía el olor a campo, el aire fresco y un aroma tan particular a tierra a pasto y porqué no recordarlo (aunque cueste) a los criaderos de pollos que tanta baranda despliegan.
Después del peaje a unos minutos vimos el cartel de acceso al pueblo y ya estabamos en paz una vez más.
Estaban el tio colo y la tia coca (quien el domingo cumpliría años) y asi nomas descargamos todo en la penumbra y corrimos a saludarlos, estaban en la cama, pero esperando vernos, no importaba la hora ellos querían ver a la nena y al pequeño Luca.
Despues de una charla todos a dormir y al otro día disfrutar de este maravilloso lugar.
Ricas estuvieron las pastas del sabado al mediodía con esa salsa que mi mujer tan bien hace, despues una siesta y a esperar la noche.
Tremenda tormenta aterradora para el que no tiene techo se desató así que aprovechamos que la tía había comprado prepizas y en el horno terminaron de convertirse en cena.
Al otro día esperamos a los chicos, era la primera vez que venían y estabamos contentos esperandolos, preparé el fuego a las 11.30 y a las 14.00 ya estabamos meta chorizo, morcilla y asau'; todos en la mesa que dejó mi viejo, todos festejando los cumpleaños de coca y el colo (este por adelantado) y despues disfrutando de unos trucos y hasta un poco de play station, ja, si en pleno campo; la tecnologia solo necesita electricidad.
Luego llegó la hora de pegar la vuelta y respirar hondo para llevarme dentro ese aroma y echar una ultima mirada al monte, el galpón, la tapera, el camino de tierra así lo extraño menos.
Seguramente este fin de semana vuelvo, querido Abbott, como me gusta estar en vos.
Saludos.
Muy linda la entrada, che.
ResponderEliminarSalute.